Barcelona, a 24 de mayo de 2021 d.C.
Ilustrísimo Señor Gabriel Rufián,
le escribo en calidad de presidente del PREC, sindicato de docentes de religión católica que ejercemos en centros educativos de titularidad de la Generalitat de Cataluña.
Hace unos días, unas palabras suyas en el Congreso de los Diputados generaron un gran revuelo al atribuir a los católicos la creencia en la existencia de “serpientes que hablan”, de “palomas que embarazan”; la fe en ”que las mujeres provienen de la costilla del hombre” y en castigos en forma de “lluvia de fuego”, y concluía su intervención dando a entender que creer en eso no era “normal”.
En cuanto a la conclusión, creo que podemos estar de acuerdo: lo de ser católico practicante hoy en día en España no es muy “normal” y menos en Cataluña. Ahora bien, creo que hubiese sido mejor para llegar a la misma conclusión partir de verdaderos dogmas de la fe católica, por ejemplo: la creencia en la existencia de un “Judío que es Dios todopoderoso y eterno” que fue parido hace unos 2.000 años por una “Virgen Judía”; o algo, bastante más misterioso, como que los católicos hemos sido llamados a comernos “el Cuerpo y la Sangre de este Judío para tener Vida Eterna”. Todo, ciertamente, muy anormal.
Ahora bien, lo más surrealista es que esta “anormalidad cristiana” es tan común entre nosotros que incluso su nombre, Gabriel (“fuerza de Dios”), tiene su origen en ella. Se trata de una “anormalidad” tan notoria que ha significado un antes y un después para la historia de la Humanidad, como testimonia el que estemos en el año 2021 después de Cristo. Una “anormalidad” que ha alimentado la esperanza ante las dificultades de generaciones y generaciones de catalanes, durante más de 1.000 años, configurando la identidad del pueblo catalán, como ha quedado esculpido en la fachada del Monasterio de Montserrat, corazón espiritual de nuestra tierra: “Catalunya será cristiana o no será”.
Pero, ¿qué es lo que tiene esta “anormalidad” que ha convencido a científicos tan insignes como el sacerdote checo Gregor Mendel -el padre de la genética- o al sacerdote belga George Lemaître que propuso la “Teoría del Big Bang” sin perder por ello la fe en Dios?
Una de las obras que a nuestro entender explica mejor la razonabilidad de esta “anormalidad cristiana” es “Mero cristianismo” de C.S. Lewis, también autor de “Las Crónicas de Narnia”. Le hacemos llegar un ejemplar del libro y le invitamos a celebrar una reunión para poder contrastar posturas respecto al catolicismo y sobre el encaje de la enseñanza religiosa escolar en el sistema educativo catalán, puesto que nos afecta directamente como docentes de religión católica.
Hace unos meses, su partido logró introducir en la nueva Ley de Educación la posibilidad de que se imparta una asignatura de “Cultura de las religiones” en la escuela, una iniciativa que pone de manifiesto la importancia de esta cuestión para el futuro de nuestra sociedad.
Cordialmente,
Ignasi Díaz